Ya hay laboratorios de criopreservación de células madre procedentes de la sangre del cordón umbilical en la Península ibérica.
Se ha planteado que, mediante un proceso sencillo y económico, puede invertir en la salud de su futuro hijo y de sus familiares cercanos? Ello es posible criopreservando las células madre extraídas de la sangre del cordón umbilical después del parto. Hoy son muchas las parejas que deciden conservarlas con el fin de curar ciertas patologías del propio donante como también de un familiar próximo. Con un gesto hoy, aseguramos su salud futura.
¿COMO FUNCIONA?
Mediante un proceso seguro y totalmente indoloro, después de dar a luz, la sangre es extraída y transportada debidamente al laboratorio para su análisis. Una vez descartada la presencia de agentes patogénicos, se aíslan las células nucleadas, donde se encuentran las células madre. Los laboratorios garantizan su óptimo almacenamiento mediante un proceso de criogenización, que llega a la temperatura de
-196°. Después, las células son almacenadas en contenedores de nitrógeno líquido, lo cual permite su conservación por tiempo indeterminado. Las células están disponibles a partir del momento en que los padres las necesiten y después de comunicarlo al laboratorio por escrito.
¿CÓMO SOLICITARLO?
Los familiares que desean preservar las células madre de la sangre de cordón umbilical de sus hijos, deben solicitar, antes del parto, el «kit de recogida» el cual, por sólo 300 euros, contiene todos los documentos para los padres y materiales necesarios que deberá manejar el médico asistente al parto para la obtención de sangre.
UNA OPCION ECONÓMICA Y DE POR VIDA
Si bien se cree que éste es un proceso costoso, las cifras demuestran todo lo contrario: la preservación por 20 años es de 1.350 euros; la de 25 años, 1.600 euros. Todas las células madre que se recogen y almacenan se guardan para uso exclusivo del donante y su familia, nunca para la investigación científica u otros usos. Por otro lado, no proceden de embriones sino del cordón umbilical, que normalmente, es desechado junto con la placenta después del parto.