Susana Ellas, de 39 anos, madre de Maria Elisa, de ocho semanas, dio a luz a las 32 semanas de embarazo.

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Durante mi embarazo me hicieron chequeos con mucha regularidad porque el desarrollo de mi bebé era lento. Luego, a las 30 semanas, el ginecólogo descubrió que teñía a tensión alta. Me dijo que no me preocupase por el momento, porque, si me sentía bien, no había problema.
Pero tan solo una semana después, una enfermera del hospital donde trabajo me ofreció tomarme la tensión y descubrió que estaba disparada.
Llamé inmediatamente a la matrona, que me dijo que me fuera derecha al hospital Cuando llegué allí, me hicieron unos análisis de orina y de sangre Tenia proteínas en la orina, asá que me ingresaron Entonces ya empecé a preocuparme en serio. Sabia que ambos síntomas eran indicativos de preecampsia, y la única forma de curarla seria sacándome al bebé A los dos días me dieron el alta y me dijeron que volviera a as 32 semanas para hacerme más pruebas. La tensión y las proteína hablan subido otra vez.
Mientras estuve en el hospital, empezaba a sentirme muy enferma. Empezó con un dolor de cabeza, y luego con fuertes vómitos. Pensé que me mora. Me pusieron un gotero para bajarme la tensión y corticoides para acelerar t desarrollo de los pulmones del bebé por si tenla que nacer antes de tiempo A la mañana siguiente, el médico confirmó que tenla preeclampsia.
Me dijo que tenía un falta en los riñones y el hígado, y que el bebé tendría que nacer antes de tiempo en media hora Como estaba muy debilitada, a idea de someterme a una cesárea me tena en vilo, y a las 7,40 pm nació María. Sol pesó 1,700 kg. Empezó a llorar inmediatamente, lo que fue un consuelo, pero se la llevaron a la unidad de cuidados intensivos, así que no pude verla Hasta que no pasaron tres 0 as no pude conocerla, cuando que mi tensión bajá lo suficiente como para prescindir del gotero y poder moverme con libertad.
Lloré cuando a vi por primera vez jera tan pequeña! Pero se recuperó fantásticamente bien y me a pude llevar a casa a las tres semanas. Por fin podía dejar de preocuparme Sólo pensar en lo que nos hubiera podido ocurrir a mi y al bebé si no hubiera sido por la excelente atención de los médicos y la matronas, me produce un miedo atroz .
Por eso siempre aconsejo a mis amiga que no se salten ni un solo control médico; pueden salvar vidas»