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Tu bebé, todo un explorador

Gracias a sus nuevas facultades, el niño se lanzará a descubrir el mundo. Intenta explorar las habitaciones donde estén los mayores, lo quiere tocar todo y llevárselo todo a la boca, que sigue siendo un método de conocimiento privilegiado. Se ha terminado la época en que se quedaba prudentemente en la cuna. A partir de ahora, investiga el espacio de los adultos y se muestra dispuesto a destrozar todo lo que cae en las manos. Frente a un bebé lleno de vida y totalmente insensible a los razonamientos del adulto, la educación se vuelve bastante delicada. Los padres deben velar por la seguridad del niño, respetar sus progresos y conservar, al mismo tiempo, su propia vida privada.

bebé explorador

A la edad de estas primeras exploraciones, no puede decirse no a todo lo que el bebé emprende. No es conveniente  intentar someterlo a mil normas, sino que hay que mantenerse firmes en algunas prohibiciones, siempre las mismas. Se le debe conceder el derecho a moverse y a satisfacer su curiosidad. Esta sed de descubrimiento es, en efecto, un elemento motor fundamental en su crecimiento y su plenitud. Por lo tanto, hay que favorecerla, lo que no significa dejar que el niño haga lo que quiera de cualquier manera.

Lo ideal es poder reservarle un lugar libre de peligros, sin tomas de corrientes ni superficies donde pueda encaramarse: el parque, con sus objetos familiares será el lugar donde puede tocarlo todo, sin riesgo de romper o estropear objetos que los padres valoran. Es preferible un parque de madera con barrotes, que permite al niño agarrarse y levantarse fácilmente, que los parques más ligeros con red.

Fuera de este pequeño universo que puede estropear y ensuciar a sus anchas, conviene retirar las plantas, así como cerrar las puertas, los muebles y los armarios con llave. Si se dispone de una escalera interior, deberá instalarse una pequeña barrera. Nunca debe dejarse una silla o un sillón bajo una ventana abierta.