En los niños son muy frecuentes los golpes en la cabeza, como consecuencia de su desproporción en peso y tamaño con respecto al resto del cuerpo. Por lo general, la mayoría de los golpes carecen de importancia.
Sin embargo, debido a que el cuero cabelludo es una zona muy irrigada, las heridas suelen ser muy sangrantes y aparatosas. Si después de un golpe el comportamiento del niño es normal, sólo es necesario vigilarle. Sin embargo, resulta imprescindible consultar en los siguientes casos:
- Cuando se observa pérdida de conocimiento.
- Si hay agitación o aturdimiento, o cualquier cambio de carácter.
- Si el niño vomita.
- Si se observan anomalías de los ojos: pupilas asimétricas, etc.
- Si el niño se queja de dificultad para mover un miembro.
- Si habla incoherentemente.
- Si se queja de dolor de cabeza.
Si se observan hemorragias en el oído, la nariz o la boca, o elimina un líquido claro por los oídos o la nariz.