Hace bastantes meses, cuando te dijeron que estaba embarazada te llevaste las manos al vientre. Así le diste la bienvenida a tu pequeño acercando tus manos a él. La gestación siguió y tú masajeabas su barriga, a veces sin darte cuenta, mientras que en otras ocasiones le pedías a tu pareja que lo hiciese a él.
Quizá no sabías expresar lo que sentías en aquellos instantes, sólo sabes que te hacia bien y que, extrañamente, te hacia sentir más cerca de tu hijo, como si pudieras tocarlo.
Pero lo más curioso de todo es que tu intuición no andaba nada desencaminada porque, en realidad. desde la semana de gestación número diecisiete, todas las zonas de la piel del bebe están desarrolladas, por lo que ya siente.
Luego, llegó el momento de dar a luz y el instante en que la comadrona coloco a tu hijo entre tus brazos. Quizá reías o llorabas o estabas aturdida, pero ese fue el montante que ha quedado clavado en la memoria de manera indeleble: el primer instante en que tocaste a tu bebé por primera vez.
Y ahí, sigues, acariciándole, besándole, entrado en contacto con él a través de su piel, que sera el sentido predominante por el que tu hijo adquirida información del mundo exterior.
Y es que la piel es, sin lugar a dudas, el más poderoso medio de comunicación de que dispone et bebé para procesar la información que recibe
El poder del instinto
Como vemos, hasta ahora has estado cuidando a tu bebé de la mejor forma posible: acariciándolo, acunándolo entre tus brazos, haciéndole caricias y masajitos a la hora de hidratarlo después del baño. ¿Haría falta algo más? Si y no. Tu instinto materno es poderoso y sabio y te permite valorar el contacto que prefiere tu bebé. No obstante, si te sientes insegura puedes seguir estas recomendaciones que, si bien no son propiamente un masaje, te servírán como gula para dar tus primeros pasos, a través de la piel de tu bebé.
1. Prepara el ambiente. Antes de bañarlo ten lista la superficie sobre la que masajearás y vestirás a tu pequeño. Asegúrate de que tienes todo lo necesario: toalla, aceite, pañales y el pijama. Pon una luz tenue (las lámparas de sal ofrecen un ambiente muy relajado y eliminan la electricidad estática de la habitación).
2. Baña a tu hijo, juega con el agua. Háblale mientras tanto y haz que tus manos acaricien suavemente su espalda, piernas, brazos y tórax. Cúbrele con una toalla y depositalo sobre el cambiador o la superficie escogida para tal fin.
3. Una vez el bebé esté bien seco puedes dar inicio al masaje. Evita tocar a tu pequeño con las manos frías, frótalas y embadúrnalas de aceite (ver recuadro).
4. Evita tener elementos externos que te distraigan como la televisión encendida o la radio y mira a El hijo a los ojos para que sienta que le dedicas toda tu atención si te apetece, también puedes cantarle o hablarte.
5.Para dar el masaje, pon las manos el centro de su pecho y haz que cada una salga hacia el lado contrario, como si dibujaras un abanico abierto o alisaras las páginas de un libro. Luego acaricia su barriguita haciendo circules, repite lo mismo en la espalda.
6.Utiliza el mismo movimiento circular para Tasajear sus brazos, siempre empezando desde abajo y sujetando el hombro con una mano, mientras con la otra efectúas el masaje. No dejes de observar a tu pequeño en todo momento.
7. Sigue con la misma tónica en las piernas, luego ayudale a doblar las rodillas para mantener su flexibilidad. Las palmas de las manos y las planta de los pies son lugares donde confluyen muchas terminaciones nerviosas. Aplica en ellas el mismo movimiento circular