Cada zona del cuerpo del bebé tiene una sensibilidad distinta y, por tanto, reacciona de forma diferente. En general, tras la toma de contacto y el primer movimiento global, empezaremos por darle masaje en las piernas, que es donde mejor lo tolera. En el caso de que le hayan puesto una vacuna o tenga una erupción, evitaremos la zona afectada.
- Piernas: Activa la circulación sanguínea, mejora el tono muscular y ayuda al bebé a relajarse. Le prepara para el gateo y la marcha en posición erguida.
- Caderas: Potencia la elasticidad natural de la articulación, facilita la movilidad y la estabilidad, mejora el tono muscular, relaja los glúteos.
- Abdomen: Facilita el movimiento intestinal, contribuye a la eliminación de los gases, alivia el cólico del lactante y evita el estreñimiento.
- El pecho: Tonifica la musculatura torácica, los pulmones y el corazón, facilita la respiración; si el bebé está acatarrado o con flemas, le ayuda a expulsarlas.
- Brazos: El masaje infantil en los brazos estimulan la circulación sanguínea, tonifica su musculatura y ayuda al bebé a relajarse. Le prepara para el gateo y para incorporarse apoyándose en los brazos.
- La cara: Despeja su nariz, calma las molestias de las encías y es especialmente relajante. Pero, ojo, porque mientras algunos bebés lo aceptan con placer, a otros no les agrada. Para evitar el rechazo hay que procurar no taparles los ojos ni la nariz.
- La espalda: Relaja la tensión muscular y favorece el riego sanguíneo. Cuando el bebé esté boca abajo, hay que vigilar que respire bien.