Además de comprobar los valores habituales (número de hematies y glóbulos blancos, la hemoglobina…), se incluyen pruebas de coagulación. Tras el desprendimiento de la placenta, en el útero se produce una gran herida, que se va cerrando a medida que el útero se vuelve a contraer; pero, mientras tanto, es necesario que la coagulación de la sangre materna sea buena, porque si no se produciría una gran hemorragia, peligrosa para ti.
Si, por el contrario, la tasa de coagulación es muy alta, existe riesgo de trombosis, que se puede prevenir con una profilaxis a base de heparina.
Además, si te ponen la anestesia epidural y tu coagulación no es la adecuada, se puede formar en la zona de la punción un hematoma, que puede llegar a ocasionar complicaciones posteriores.
- Esta prueba se suele realizar entre la 358 y 378 semana de gestación.