En plena noche el niño grita, llora, nos llama muy asustado o se presenta en nuestro cuarto. Tenemos que calmarle y confortarle durante el tiempo que sea necesario, después nos retiraremos.
No nos quedemos con él hasta que concilie el sueño ni dejemos que se quede en nuestra cama.
En todos los casos debemos escucharle, porque probablemente será capaz de contarnos con detalle lo que ha soñado. Hay que asegurarle que los malos sueños son sólo eso, sueños.
Si su problema es que cree que puede haber algún ser abominable en su cuarto, le enseñaremos que no es cierto.
Trataremos también de quitar hierro al asunto y actuar con naturalidad. Si vemos que el niño tarda en tranquilizarse, podemos acariciarle la espalda, darle un vaso de leche o agua y susurrarle palabras tranquilizadoras.