Amamantar a tu pequeño no es sólo una muestra de amor hacia él. No sólo le protege contra infecciones y le ayuda a crecer. También es bueno para ti.
Te ayudará a recuperarte antes del parto, pues, con la succión, se libera oxitocina, que estimula las contracciones del útero, facilitando que recupere más rápidamente su tamaño inicial, y colapsa los vasos sanguíneos sangrantes dejados por la placenta al desprenderse; disminuye el riesgo de que padezcas depresión posparto; hace que pierdas de forma más sencilla el peso que ganaste durante los nueve meses de embarazo y, según recientes estudios, previene la aparición de cáncer de mama y ovario y la osteoporosis.
Para él, es la mejor leche porque contiene todos los nutrientes que necesita, en la cantidad y proporción adecuada al tamaño de su estómago. Además, tiene propiedades inmunológicas y de defensa y ayuda a prevenir enfermedades en edad adulta como el asma, alergias, la obesidad o la diabetes.