La fiebre es un mecanismo de defensa y no una enfermedad. Cuando un «invasor» llega al organismo de tu pequeñín, éste sube su temperatura para ayudar a las defensas.
Lo perjudicial es lo que implica: que hay una infección o riesgo de deshidratación, circunstancias muy peligrosas pata niños pequeños. Si tu bebé tiene menos de tres meses y 38º de temperatura, debes acudir a Urgencias. Allí observarán su estado general, quizás le realicen análisis de sangre, orina, rayos X de tórax y, según los resultados, os mandarán a casa, con un tratamiento farmacológico, o le ingresarán.
Las convulsiones febriles:
Una de las complicaciones de la fiebre que te llevará a Urgencias son las convulsiones febriles. Durante unos minutos (que, sin duda, a los padres les parecerán horas), el niño se pone reacio, empieza a retorcerse y pone los ojos en blanco. En el hospital determinarán si las convulsiones tuvieron su origen en la fiebre o en algún otro problema.
Según los expertos, el 90 % son febriles y no dejan ninguna secuela, aunque conviene que el médico las valore. Si tu hijo es propenso a las convulsiones febriles, deberás tratar de que la fiebre no le suba mucho habitualmente. Suele ser un problema sin consecuencias, por lo que hay que estar tranquilos.