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El vínculo afectivo: experiencias personales

Cada mamá vive el momento del parto de una forma. A continuación exponemos una experiencia personal:

Cada uno de los nacimientos de mis hijos me ha sorprendido enormemente. El embarazo de Javier estuvo repleto de historias mágicas de todas las mujeres de mi entorno que ya habían sido mamás, lleno de sueños sobre cómo seria nuestra primera mirada. Pero cuando llegó el día, la magia no apareció. Visto en perspectiva, difícilmente podía mostrarse después de tantas horas de parto estacionado, con oxitocina, epidural y una cesárea de última hora, ya que Javier, tozudo desde el primer día, se resistía a nacer. Esa conexión tan esperada al fin llegó; fue una tarde en la que me desperté de la primera siesta que compartimos juntos, cinco días después. Cuando abrió sus grandes ojos, su presencia tan tranquila me cautivó, respiré hondo y me llenó de paz.

El embarazo de Pablo lo viví con la tranquilidad de la lección sabida y escuchando, esta vez incrédula y con cierta distancia, los famosos «flechazos» de amigas y conocidas. No quería repetir el parto de Javier, así que cuando empezaron las contracciones intenté permanecer en casa el máximo rato posible. No quería llegar antes de tiempo al hospital. Al final, no tuvieron tiempo ni de ponerme la epidural; todo fue bastante rápido. Sólo tengo un recuerdo nítido: la imagen de mi marido cogiendo a nuestro bebé para ponerlo sobre mi pecho. Y sucedió: las manos me temblaban, el estómago se me encogió y nos miramos.