La clave, para los especialistas en Psicología, está en ofrecer al niño: los que necesita para sentirse querido, sin caer en una excesiva protección. Y algunas de las medidas para cambiar esta actitud son:
Dejar que se enfrente a las dificultades, adaptarse a un entorno que cambia constantemente y a desarrollar sus habilidades por si solo.
Dejarle respirar, no estar permanentemente controlándole o atosigándole untas 0 preocupaciones por su bienestar y salud.
Favorecer que aprenda a pensar por si solo, a asumir nuevos retos -algo tan simple como patinar-, a tomar la iniciativa y sus primeras decisiones.
Fomentar que juegue o realice actividades con otros niños, sin la presencia de los adultos.
No darle todo lo que pida o lo que los padres creen que necesita. Mostrarle el valor del esfuerzo y las enseñanzas que las dificultades y la frustración.
Estar a su lado cuando lo necesite, pero para apoyarle, no para solucionar sus problemas y realizar sus tareas.
Permitir que pase algún tiempo con otras personas para establecer lazos ,con abuelos y tíos e «independizarse un poco de sus padres.
Tratarle de acuerdo a su edad. Permítele que coma solo o se vista cuando ya de hacerlo; y a medida que va cumpliendo años, retírale el chupete, la sillita de paseo…