Tras realizar un curso sobre aplicaciones clínicas de la hipnosis en 1974, el psicólogo norteamericano pionero en la creación del nuevo campo de la psicología pre y perinatal, David Charnberlain, descubrió que sus pacientes podían recordar detalles de sus experiencias en el vientre materno y durante el nacimiento. Desde ese momento dedicó todos sus esfuerzos al estudio de la desconocida mente de los bebés.
Una carrera profesional llena de descubrimientos fascinantes que, en parte, se plasmaron en La mente del recién nacido, un libro traducido a más de 10 idiomas, entre ellos el español: «Sin memoria, la experiencia no sirve de nada y el sentido de uno mismo corre un grave peligro. Lo más sorprendente de la mente del recién nacido es la capacidad de recordar el nacimiento y de recuperar de adulto este recuerdo en ciertas circunstancias. Los recuerdos natales son cápsulas del tiempo que constituyen una sorprendente prueba de la existencia de la personalidad y del pensamiento». Mentalmente curioso, con capacidad de comunicarse, sensible, consciente de sí mismo…
El bebé del que nos habla Chamberlain necesita estar en contacto con su madre, y separarse de ella le causa tanto una carencia física como un sufrimiento emocional. Crear vínculos es bastante sencillo, pero no siempre fácil. Puede ocurrir, pero igualmente puede que no ocurra y, por muy extraordinario que parezca, algunos han entendido mal el concepto y lo hicieron parecer innecesario.