Aunque cada familia es un mundo y su dinámica está influida por varios y diferentes factores, hay algunas conductas paternales que pueden reflejar la actitud típica sobre protectora. Entre ellas:
CONVERTIR AL NIÑO EN EL «REY’ DE LA CASA. Es normal que, en cierto sentido, lo sea. El nacimiento de un hijo es, posiblemente, uno de los acontecimientos que más cambian la vida de las personas. Pero de ahí a que toda la vida familiar gire en torno a sus demandas, deseos o caprichos, hay un trecho que no deberías recorrer si no quieres convertirle en un pequeño tirano. Incluso, «hay padres que esperan que ese trato especial que su hijo recibe en- casa, lo obtenga en otros ámbitos, también en el colegio», explica Jesús Ramírez.
PREOCUPACIÓN DESMESURADA POR SU SALUD Y SEGURIDAD. Es frecuente en los padres que están todo el día corriendo detrás del niño para evitar que se suba a una silla, esterilizando, una y otra vez, el chupete o sobrealimentándolo; y en los que le impiden montar en bicicleta porque una tarde de juegos se cayó de ella.
EVITAR AL PEQUEÑO SITUACIONES QUE SUPONEN UN RETO O UN ESFUERZO. Vestirles, aporque tardan mucho en ponerse los pantalones», darles de comer cuando ya deberían hacerlo por si mismos, hacerles los deberes… Esto refleja, en cierta medida, una falta de confianza en los propios hijos y, por supuesto, les impide aprender, lo que, como recuerda Jesús Ramirez, es fundamental para su correcto desarrollo.
NO DARLE LIBERTAD NI FOMENTAR SU INDEPENDENCIA. «¿Con quién va a estar mejor que con sus padres?», suelen pensar aquellas personas a las que les encanta tener a su niño pegado a sus faldas y no confían en nadie-abuelos, otros familiares y amigos, cuidadores- para que se hagan cargo de él, ni siquiera en momentos muy concretos. También les cuesta dejarle ir a excursiones del colegio, a jugar a casa de sus amigos…
ADELANTARSE A SUS NECESIDADES Y DEMANDAS. Una actitud frecuente en las familias hiperprotectoras es dar a los pequeños de la casa lo que sus padres creen que necesitan, aunque éstos ni siquiera lo hayan solicitado.
NO DEJARLES CRECER. En ocasiones, la razón de que algunos padres sean excesivamente protectores es su reticencia a dejar crecer a sus hijos. Echan de menos cuidar a sus bebés y les tratan como si fueran más pequeños de lo que en realidad son. Así, se dan situaciones como llevar en su sillita a un niño que camina perfectamente o dejarle su chupete cuando ha cumplido los 3 años.
JUSTIFICAR SUS CONDUCTAS CEÑÍAS Y RESPONSABILIZARSE POR ELLAS. Esta situación se da cuando los papás creen que sus hijos son «los más buenos del mundo», y si se portan mal en clase o se pelean con sus amigos en el parque es «culpa de los otros, que les provocan». Un suspenso también es consecuencia de que «el profesor no sabe explicar los temas», no de que el niño no los estudie como debiera.
CONTROLAR SUS RELACIONES SOCIALES. Según el psicólogo educativo, «a medida que los niños van creciendo, los papás se inmiscuyen en sus relaciones con otros niños hasta el punto de prohibirles frecuentar a algunos amigos por las causas más variopintas».
DECIDIR POR ELLOS. Los padres sobre protectores están convencidos -eso si, con su mejor intención- de que ellos son los únicos que saben lo que les conviene a sus hijos, por lo que toman decisiones por ellos, a veces, sin consultares.