La fruta ha de ofrecerse cruda, que es como conserva las vitaminas; madura, para que no le resulte ácida, sino suave y dulce y de fácil digestión; y a temperatura ambiente, que es la que más le agrada (si no te ha dado tiempo a sacar las piezas de la nevera un rato antes de prepararla, puedes templarla introduciendo un tarro con la papilla en un recipiente con agua muy caliente).
Comienza por una sola variedad; por ejemplo, pera o manzana. Tritúrala en la batidora y añade un poco de la leche que toma habitualmente -tu pecho o la fórmula de continuación-. Dale a probar unas cucharaditas después de la toma de pecho o biberón. En los próximos días podrás ir introduciendo, una a una, otras variedades, espesando la papilla y ofreciéndole cada vez más cantidad. A medida que la consistencia de la papilla aumente sustituye la leche por zumo de naranja y dásela con cuchara. Incorpora el plátano en último lugar. Las fresas, el melocotón y el ladi son las frutas más alergénicas y no deben darse antes de los dos años.