Descubrir que tienen pensamientos inaccesibles para los otros y que pueden influir en los demás con lo que dicen también les permite empezar a pensar en lo que sienten los otros y darse cuenta de que así como se les puede engañar, también es posible agradarles. Para guiarlos es conveniente:
- Hablar de las mentiras siempre haciendo hincapié más en la veracidad que en la verdad. Hay que aclararles una y otra vez que lo importante es creer que lo que se dice es verdad. Se puede estar equivocado y decir una falsedad, pero eso es diferente tira. Cuando decimos lo que creemos que es verdad, somos veraces y queremos que los demás nos crean. Confianza y veracidad son dos ideas nuevas y difíciles.
- Cuando les contemos el cuento de «Pedro y el lobo», está bien que la moraleja sea que por mentir Pedro pierde todas sus ovejas, pero es muy importante señalar que, antes que sus ovejas, perdió la confianza de los demás pastores.
- A Pinocho no le va mejor con las mentiras. No sólo le crece la nariz con cada una, sino que cada vez se mete en problemas mayores. Pinocho sirve para señalar que cualquier travesura se agrava con una mentira. Al leerles el cuento, aprovechemos para hablarles de la importancia de decir la verdad, de reconocer las travesuras y asumir responsabilidades.
- Premiar siempre que el niño diga: «Yo lo he hecho». Es un acto de valentía que merece todo nuestro reconocimiento. Y obviar el hecho de mentir: «Me gusta que reconozcas que has mentido» en lugar de; «Ves, te pillé, eres un mentiroso»
- Crear siempre un ambiente de confianza en el que el niño pueda reconocer sus errores o travesuras, y que pueda aprender que mentir siempre es un agravante.
- No pedirle nunca que mienta por nosotros, j amas digamos: «Dile que no estoy». Esto es básico, se enseña con lo que se hace, no con lo que se dice.
- No asustarse ante aquellas mentiras que tienen por finalidad el llamar la atención de los padres, es importante no dejarnos impresionar por lo que nos cuenta el niño.
- Decir «No me lo creo» en aquellos casos en los que la mentira sea fruto de la imaginación del niño. Podemos confrontar con él la veracidad de su afirmación: «No me creo que hayas visto a Supermán en el cole»
- Evitar llamarle «mentiroso» y no ridiculizar al niño si miente en público.
En estos años que descubren tantas cosas sobre su pensamiento y el de los otros, necesitan toda nuestra ayuda para orientarse entre las mentiras, los errores, las fábulas… Así, cuando tengan las cosas claras, podrán ellos también reprobar moralmente las mentiras.