La mayoría de los miedos son pasajeros, pero eso no diere decir que no requieran la atención los adultos. Si esos pequeños miedos no se solucionan a tiempo pueden terminar con vertiéndole en un niño inseguro. Éstas son nuestras recomendaciones:
Evita sobreprotegerle. Ante cualquier situación tensa, ofrécele tu apoyo, pero no te conviertas en su «salvador». Dale las claves, muéstrale el camino para que él lo solucione, pero no se lo des todo hecho. Si supera la situación, saldrá reforzado de ella. Si se la solucionas tú la próxima vez que le surja el miedo, no sabrá manejarlo.
Escúchale. Y hazlo con empatía, poniéndote en su lugar. No te tomes a la ligera sus miedos. Aunque a ti te puedan parecer absurdos en algunos casos, él lo está pasando mal. Procura trasmitirle con tus palabras y con tu actitud que le entiendes. Háblale de tus propios miedos de cuando eras pequeña, de cómo los superabas…
Trasmítele seguridad. No basta con el «no pasa nada», tendrás que hacerle ver y convencerle de que él es capaz de vencer esa situación. Confía en él.
Ojo con tu actitud. Si se ha caído de un columpio, y en vez de levantarle del suelo con un «¡arriba!» acompañado de una sonrisa, acudes a ayudarle con cara de susto y preocupación, él lo notará e interpretará que el columpio puede ser peligroso. Ten en cuenta que los miedos se «heredan». Si tú te cruzas de acera cuando ves un perro o pegas un grito cuando ves un bicho, tu hijo terminará sufriendo ese mismo terror. No pretendas que supere un miedo que tú no has superado.
Evita trasmitirle miedos absurdos. «No toques al perro, que te morderá», «si te subes ahí, te vas a caer», «si no te comes la comida, te pondrás malito y te tendrán que poner una inyección», «como te portes mal, te apago la luz»… Tu misión es generarle confianza en si mismo, no crearle más inseguridad.
No le humilles ni permitas que los demás lo hagan. Si se pone a llorar porque tiene un miedo atroz a meterse en la piscina, por ejemplo, no te rías de él, ni critiques su actitud. Y por supuesto, tendrás que intervenir si otros niños le hacen burla. Pero si lo haces, procura dejar en una situación airosa a tu hijo, porque si no, corre el riesgo de que, cuando te des la vuelta, la burla sea aún mayor.
Cuidado con lo que tu hijo ve en televisión. Muchos miedos se desencadenan por la exposición del niño a la imagen impactante, violenta o cargar de agresividad.
No le fuerces a enfrentarse con su miedo con actitudes como la sobreexposición a la situación que le produce temor, tu hijo se sentirá indefenso y lo único que conseguirás será agudizarle ese miedo
No evites situaciones que le provocan miedo. Ni sobreexponerle ni evitarla. Se trata de ayudarle a enfrentarse a la situación con tacto y estrategia. Si, por ejemplo, está aprendiendo a nadar y el día que le sumergen la cabeza, comienza a llorar, no deberás cortar ese aprendizaje. Tendrás que darle la oportunidad para superarlo. Si se lo impides, sobreprotegiéndole y, en ese caso, suspendiendo las clases de natación, ese miedo se quedará enquistado y se agudizará con el tiempo.
Jugar, el mejor recurso. Hay que darle la vuelta al miedo. Es importante hacerle ver que entendemos su temor, pero al mismo tiempo, tomarlo con mucho sentido del humor. Y en esa línea, la herramienta más eficaz para ayudarle a superar sus temores es recurrir al juego. Así si tiene miedo a la oscuridad, juega con él a oscuras. Esconde un juguete en una habitación con la luz apagada, y primero, entra con él al cuarto a buscar el objeto; luego, deja que entre él solo y quédate en la puerta, y por último, anímale desde el pasillo a que él lo busque. Se trata de hacer coincidir aquello que les produce miedo con una actividad placentera, de tal manera, que termine siendo incompatible con el miedo. En este sentido, las canciones o cuentos en los que el protagonista superando el mismo miedo también le ayudarán.
En último caso, acude a un especialista. Si consideras que los miedos impiden a tu hijo llevar una vida normal y están condicionando su desarrollo, llévale a la consulta de un psicólogo. Éste os ofrecerá unas pautas de actuación tanto a vosotros como al niño.