La sociedad actual confiere mucha importancia a la salud. ¿No le parece que los padres de ahora tienden a «medicalizar» en exceso la vida de los niños?
Entre todos, profesionales de la salud y sociedad, hemos dado a entender que siempre es posible una solución médica, un fármaco o una intervención hospitalaria para solucionar los problemas relacionados con la salud de nuestros hijos. Pero asociamos esta mejora a conseguir hijos más altos, más guapos, más listos… Sin embargo, esto no tiene nada que ver con la salud, que se debe entender como bienestar físico social y psicológico. Por eso, los padres tendemos a dar más valor a un tratamiento concreto que a un consejo médico.
¿Cómo debe ser la relación de los padres con el pediatra de su hijo?
Debe estar basada en la confianza, en el respeto mutuo, en la capacidad de escucha y en la de exponer las dudas e incertidumbres sobre los cuidados y necesidades de salud del niño.
¿Y la de los niños y el pediatra?
Esta relación es la base de todas las actuaciones del pediatra, que tiene que estar dispuesto a reconocer las necesidades de salud especificas de cada niño. Por eso, tiene que respetar su madurez y desarrollo en cada etapa atendiendo a lo que él formula o quiere decirnos. De esta manera, aprenderá a involucrarse en el cuidado de su salud.
¿Cómo deben preparar los padres las visitas de revisión?
Cada visita debe finalizar con el planteamiento de obetivos de salud para la próxima cita; por ejemplo, normas de sueño, pautas sobre el manejo de las rabietas o consejos para realizar cambios que contribuyan a la seguridad y eviten accidentes. Así, en la siguiente revisión se podrá analizar con los padres los resultados. Además, es muy útil que, previamente, éstos organicen mentalmente o plasmen por escrito sus dudas generales y sobre necesidades futuras, como, por ejemplo, nuevas vacunas, nuevos alimentos. . .