Antes de empezar a masajear al bebé, nos impregnaremos las manos con aceite y, mientras las frotamos ante él, le informamos de lo que vamos a hacer y le pedimos permiso: «Voy a darte un masaje. ¿Te apetece?» No nos saltemos este paso pensando que no nos entiende. Pronto sabremos descifrar sus signos de respuesta y si está receptivo o si no es el momento adecuado.
El primer contacto ha de ser global, esto es: posamos nuestras manos en la parte superior de la cabeza del bebé y, como envolviéndole, las deslizamos con suavidad y lentitud a lo largo de su cuerpo hasta cerrar el movimiento en sus pies.