Existen muchas creencias erróneas sobre estos medicamentos, algunas de ellas sobre las reacciones adversas, que raramente son serias. Son más frecuentes, y siempre leves, el enrojecimiento y la hinchazón en la zona del pinchazo, el dolor en el brazo, la fiebre -nunca por encima de 39 °C- o la aparición de un sarpullido, aunque depende de cada vacuna. Es posible que en tu centro te faciliten un folleto sobre estas posibles reacciones; si no es así, pregunta a tu médico o enfermera antes de abandonarlo. Para aliviar las molestias del brazo y la hinchazón, basta con aplicar frío local, y si aparece dolor o fiebre, es posible que el médico indique algún tipo de analgésico o antitérmico. Nunca frotes la zona de la inyección, porque podría aumentar o reducirse la efectividad de la vacuna.
¿Y si provoca una reacción?
Para evitar complicaciones, es recomendable esperar unos minutos en el centro de vacunación. Una vez en casa, si observas que tu hijo puede estar experimentando una reacción adversa grave -fiebre por encima de los 40,5 °C, convulsiones o anafilaxia-, llama a tu médico o llévale a un centro de salud u hospital inmediatamente. La anafilaxia es una reacción alérgica extrema-puede provocar dificultades respiratorias, grandes verrugas en la piel…-. Causada por los restos de proteínas de huevo en algunas vacunas. Sin embargo, en la actualidad, esta complicación es prácticamente imposible gracias a los últimos métodos de fabricación de medicamentos.
¿Existe alguna contraindicación?
Depende de cada bebé: de su estado de salud en el momento de la vacunación, de si padece alguna patología que afecta a su sistema inmune…; por eso, lo mejor es consultar con el pediatra. De cualquier forma, las vacunas sólo están contraindicadas en casos muy raros, y nunca si el niño está resfriado o está tomando un jarabe, antibióticos u otros medicamentos de uso habitual. Como contraindicaciones comunes, la destaca la fiebre alta durante el día Vid inmunización o un caso previo de reacción alérgica grave.