Nuestra actitud debe ser de elogio y apoyo, nada de «Quita, ya lo hago yo que terminamos antes» o «Déjame, que tú lo vas a tirar todo»
Para incentivar y acompañar al niño con el fin de que cada vez pueda hacer más cosas por sí solo, debemos:
- Respetar sus deseos y sus cosas, Si hay que cambiarle las zapatillas porque están viejas o se le han quedado pequeñas y el niño se resiste, tenemos que involucrarle en la compra, llevarle y que elija las nuevas. Debemos darle tiempo hasta que decida tirar las otras y dejar que se queden en su armario aunque ya no las utilice. Hay que esforzarse por ser flexibles y permitirle algunas equivocaciones siempre que no haya peligro. Si quiere ponerse una chaqueta gruesa un día de calor y, a pesar de nuestras explicaciones, insiste, pues que la lleve y luego cargue con ella en la mano.
- Ayudarle a tolerar sus limitaciones. A veces todo ilusionado, comienza a ponerse un jersey, pero queda atrapado entre las mangas y viene desesperado a buscar ayuda. Hay que socorrerle con calma y ayudarle a que lo intente nuevamente. Siempre alentándole: «Vamos, prueba de nuevo, ahora vas a poder». Y conviene recordarle las cosas que sí puede y antes no podía, por ejemplo: chutar una pelota, saltar, peinarse o si ha conseguido subir una cremallera.
- Proponer alternativas. A veces el niño se lanza a hacer algo que no queremos que haga, por ejemplo, si se pone a meter las cosas en el lavavajillas y no nos gusta que esté manipulando cuchillos y tenedores, se le puede decir: «Qué estupendo es que me ayudes, seguro que así termino antes, pon tú los tuppers que yo me encargo de los cubiertos porque podrías pincharte y hacerte daño»
- Alabarle mucho y abrazarle con entusiasmo cada vez que haga algo solo. El niño está pendiente de las respuestas y reacciones de los padres y se mira en ellas como en un espejo. Comentar lo listo que es ante cada logro fortalece su autoestima y le da mucha confianza en sus posibilidades.
- Premiarle cuando colabore en alguna tarea de la casa. Hay que reconocérselo: «Gracias por tu ayuda», y premiarle: «Mira, como he terminado antes, podemos jugar un rato, ¿te apetece ir al parque?»
- Convertir sus logros en responsabilidades. Por ejemplo, si ya sabe desvestirse, que lo haga todos los días; esa será su tarea y le ayudará a desarrollar el hábito de higiene.
Animarle a ser independiente en la medida de sus posibilidades, sienta las bases para que luego vaya aceptando con naturalidad las responsabilidades propias del crecimiento. No necesitará que le instemos una y otra vez a hacer los deberes, ducharse o recoger la mesa.