No es lo más aconsejable; los expertos insisten en los beneficios de hacer al menos cuatro comidas diarias. Pero si un día no ha habido tiempo para merendar y no queremos hacer esperar a los niños hasta la hora de la cena, se puede recurrir a esta fórmula tan socorrida. La merienda-cena debe incluir proteínas (algo de carne, pescado, huevo 0 lácteos), hidratos de carbono (pan, pasta o arroz), además de verdura (una ensalada) y fruta.