Lo mejor para que el pequeño acceda a lavarse la cabeza sin protestar es que se implique en ello, o sea, que le enseñemos a hacerlo él. Cuanto antes se encargue de su higiene, mejor.
Aceptará la necesidad y la ventaja de ser autónomo, y sólo pedirá ayuda cuando la necesite. Para que participe, podemos dejarle elegir:
- ¿Qué champú le gusta? Vayamos con él a comprarlo y dejemos que se fije en los olores, colores, formas de los botes y etiquetas.
. ¿Necesita suavizante para poder desenredarse fácilmente?
- ¿Tiene su toalla, con un estampado a su gusto, elegida por él?
- ¿Quiere su propio peine exclusivo, con algún motivo infantil?
Hacia los dos años ya puede perfectamente mojarse el pelo solito. Le daremos la ducha y le pediremos que lo haga él mismo.
Le pondremos un poco de champú en la cuenca de su mano y le pediremos que se masaje hasta hacer espuma.
Luego le ayudaremos a aclararse y le haremos notar que su pelo «suena» distinto y tiene un tacto diferente cuando conserva restos de champú que cuando está bien aclarado.
Si necesita suavizante, le enseñaremos a aclararse antes y después de su aplicación. Podemos darle un peine de púas anchas y animarle a que se desenrede cuando todavía está en la bañera.
Todo esto no se aprende de la noche a la mañana, hay que darle tiempo, animarle y elogiarle por lo mayor que es, lo bien que se ocupa de sí mismo y lo mucho que nos ayuda. Durante años, tendremos que supervisar su tarea.