- Prepara el ambiente. Antes de bañarlo, ten lista la superficie sobre la que masajearás y vestirás a tu pequeño. Asegúrate de que tienes todo lo necesario: toalla, aceite, pañales y el pijama. Pon una luz tenue (las lámparas de sal ofrecen un ambiente muy relajado y eliminan la electricidad estática de la habitación).
- Baña a tu hijo, juega con el agua. Háblale mientras tanto y haz que tus O/ manos acaricien suavemente su espalda, piernas, brazos y tórax. Cúbrele con una toalla y deposítalo sobre el cambiador o la superficie escogida para tal fin.
- Una vez el bebé esté bien seco puedes dar inicio al masaje. Evita tocar a tu pequeño con las manos frías, frótalas y embadúrnalas de aceite (ver recuadro).
- Evita tener elementos externos que te distraigan como la televisión encendida o la radio y mira a tu hijo a los ojos para que sienta que le dedicas toda tu atención. Si te apetece, también puedes cantarle o hablarle.
- Para dar el masaje, pon las manos en el centro de su pecho y haz que cada una salga hacia el lado contrario, como si dibujaras un abanico abierto ^0 alisaras las páginas de un libro. Luego, acaricia su barriguita haciendo círculos, repite lo mismo en la espalda.
- Utiliza el mismo movimiento circular para masajear sus brazos, siempre empezando desde abajo y sujetando el hombro con una mano, mientras con la otra efectúas el masaje. No dejes de observar a tu pequeño en todo momento.
- Sigue con la misma tónica en las piernas, luego ayúdale a doblar las rodillas para mantener su flexibilidad.
- Las palmas de las manos y las plantas de los pies son lugares donde y confluyen muchas terminaciones nerviosas. Aplica en ellas el mismo movimiento circular.